Cuando se habla de peligro y riesgo muchas veces se los considera un sinónimo, sin embargo, podemos hacer una diferenciación entre ambos conceptos.

El peligro es una condición o característica intrínseca de una fuente o amenaza que puede potencialmente ocasionar diferentes daños a las personas, al ambiente y/o a las propiedades. 

Cuando se define el riesgo, se determina una probabilidad de que esa amenaza efectivamente afecte a las personas, al ambiente y/o a las propiedades. El riesgo se define en función del peligro y de la exposición. Es decir, que para que exista un grado de riesgo, debe haber un grado de exposición al peligro.

Para cuantificar el riesgo, se suele realizar en el ámbito laboral, una valoración matricial de frecuencia x gravedad, donde se valoriza la cantidad de tiempo de exposición a esa fuente de peligro (frecuencia) y la dimensión de las consecuencias (gravedad) del daño que puede ocurrir si ese peligro enferma o lesiona a las personas y/o al ambiente o daña propiedades. 

Veamos un ejemplo: 

Si tengo un piso resbaloso donde no circulan peatones, tengo un peligro, pero no tengo riesgo ya que no hay personas expuestas a dicho peligro.

Si por ese mismo piso, circula una persona una vez por día, tengo una frecuencia muy baja de riesgo, que aumenta considerablemente si por ese mismo piso, transitan 100 personas durante las 24 hs, aunque la consecuencia de esa caída sea la misma para ambos casos. 

Por otra parte, si mantengo la frecuencia sin variar, pero considero las distintas consecuencias de una caída, desde un simple golpe, una fractura o la posibilidad de que esa caída sea mortal, también el riesgo alterará su probabilidad en función de cómo cambie dicha variable.

La prevención justamente de lo que trata, es de poder tomar acciones que minimicen el riesgo, incidiendo sobre alguna o ambas variables. El objetivo siempre debe ser el “riesgo 0”, sin embargo, si dentro de las acciones no está la posibilidad de eliminar la fuente de peligro, siempre se ha de convivir con un grado de riesgo. 

Ahora más allá del aspecto técnico del riesgo, no debemos perder de vista que el concepto de riesgo es una construcción social, que ha ido variando a lo largo del tiempo y el espacio. Como tal, cada sociedad y cada cultura y sub-cultura en ella, construye alrededor de este concepto una serie de reglas y comportamientos convencionales, lo que implica que debemos ser conscientes que el significado que se le atribuye al concepto y el comportamiento asociado a él puede ser distinto al propio.  

Es indispensable indagar sobre las nociones de riesgo y la percepción de riesgo que un individuo o grupo comparte, para producir una modificación en la representación del riesgo y por ende en los comportamientos, de modo que la prevención que se persigue sea efectiva.

 

Dámaris Ranalli

Lic. en Higiene y Seguridad del Trabajo

Ing. Ambiental